La Maison Blanche, de Le Corbusier, blanco sobre blanco, es una de las casas privadas que aún pueden verse en la fría, pero muy acogedora, ciudad suiza de La Chaux-de-Fonds. No se oye en sus calles, sin embargo, y menos mal porque dicen que da locura, el tic-tac tic-tac de los relojes que tienen en La Chaux-de-Fonds su cuna según alguna guía turística. Prefiero maravillarme con la arquitectura del señor Charles-Édouard, nacido en esta localidad, aunque suponga un martirio saber que esas casas no son de uno, sino de otros... ¡Malditos adinerados!
1 comentarios:
Es bonita pero yo no viviria ahi. Esta bien para una peli de miedo y asi con toda esa nieve me recuerda a El Resplandor
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