El 27 de mayo de 1911, Vincent Leonard Price llegaba al mundo en el seno de una familia acomodada de Saint Louis. El pequeño “Bink”, como le conocían sus allegados, estudió en los mejores colegios y desde muy pronto sintió pasión por las bellas artes, convirtiéndose al tiempo en un verdadero experto. Hombre afable y caballeroso, con cierto toque “british”, fue precisamente en Londres donde Vincent Price descubrió que el teatro podía formar parte de su vida. Allí comenzó su trayectoria profesional y, de vuelta a Estados Unidos, Hollywood consiguió atraparle. Su altura, sus ojos claros, su peculiar forma de interpretar llamarían pronto la atención… del cine de terror. A pesar de su simpatía y buen humor, las sombras acabarían seduciéndole. Efectivamente, su distinción y elegancia procurarían al cine unos villanos difíciles de desligar de Price, tan grande es la impronta del actor. Del atormentado Nicholas Van Rynn de El castillo de Dragonwyck al no menos martirizado Roderick de La caída de la casa Usher, pasando, cómo no, por el vengativo Henry Jarrod de Los crímenes del museo de cera, Vincent Price ofreció un conjunto de personajes torvos que lo convertirían en uno de los más grandes iconos del cine de terror: “El Maestro de lo Macabro”, “El Comerciante de la Amenaza”, “El Villano Exquisito”…
Próximamente en librerías: Vincent Price. El villano exquisito (Madrid, T&B, 2011). ¡Pídelo ya!
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