Hace unos días Fernando Arrabal, uno de los pocas genialidades que le quedan a este país (¿o Arrabal no es de este país?), presentó un pack de sus películas completas. Un amigo y colega, Alberto Quintanilla, asistió al acto, donde Arrabal acabó llorando. Le hemos visto de todo a este hipercuerdo, pero yo al menos jamás le vi soltar una lágrima. Demuestra la ecuación (o lo que sea) que todos necesitamos del llanto. Os remito a la crónica de Alberto Quintanilla en www.pasionporelcine.es y, de paso, animaos a participar en el concurso por uno de esos valiosos packs.
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