Desde que le conocí, hace casi veinte años, el poeta granadino Antonio Rodríguez Lorca siempre quiso morirse. Todos los días le quedaban pocos días de vida. Y así nos lo hacía saber a quienes estábamos con él. Ahora sí que se lo ha llevado la Parca. Tras una larga enfermedad. El 21 de abril moría en Cádiz, tierra que lo acogía desde hacía años, una persona con la que he vivido momentos de todo tipo. Rodríguez Lorca, pariente lejano de Federico según gustaba recordar, ha dejado muchos libros atrás y un bastión cultural indiscutible para las gentes sin élite: Tántalo. Publicación trimestral que le ha sobrevivido gracias al esfuerzo de su familia.
Recordaré mientras la memoria me deje las horas que pasé a tu lado, allá en tu terraza, oyendo de ti absolutamente de todo. Preso tan sólo por la enfermedad y las costumbres sociales, tu alma sin embargo estaba lejos de ser presa de nadie ni de nadie.
Ahora, cada vez que suena el teléfono pienso que tu voz ronca y quejumbrosa estará al otro lado para recordarme que los escritores debemos ser absolutamente libres. Tu Huétor-Tájar natal, al que tú jamás olvidaste, sabrá de ti dentro de poco, cuando tus cenizas reposen cerca de aquellos espárragos que han hecho famoso el pueblo y de los que te sentías tan orgulloso.
Un abrazo, amigo. Te debo tanto...
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