Admiré a Montse Gómez, mi mujer, y se lo dije mucho. Fue una excelente periodista que, como me comentó uno de sus jefes en televisión, no fue del todo bien tratada por una profesión que debió brindarle más oportunidades, si bien es cierto que ella no tragaba con determinadas actitudes y, en un momento dado, decidió dedicarse a sus hijos, que son los míos, aunque sin abandonar del todo su oficio, que en coherencia fue especializándose en asuntos de niños.
Uno de los momentos de su trayectoria que siempre envidié (¡y también se lo dije entre risas mil veces!) fue aquel con Europa Press que la llevó a Águilas para entrevistar a Francisco Rabal, mi actor español preferido, como mi mujer muy bien sabía. Cuando Montse hizo esa entrevista yo no la conocía, pero no tardaría en hacerlo. Cada vez que mirábamos juntos esas fotografías le decía "joé, con lo que me hubiera gustado a mí conocer a Paco". Y entonces Montse me hablaba de cómo le había sorprendido Asunción Balaguer, de lo gran mujer que era, de las bromas de Rabal, de cómo se le caía la baba con sus nietos y biznietos... A Montse nunca le gustó fardar de las personalidades que había conocido a lo largo de su trayectoria, que fueron muchas y variadas, y por lo tanto no se fotografió casi con ninguna, pero sí lo hizo con Rabal y Balaguer. Por fortuna para mí, que hoy he podido colgar esta misma imagen en mi casa, como homenaje a mi mujer, a Paco, a Asunción y a esa profesión de periodista que tanto le gustaba a Montse Gómez.
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